Cuando trabajamos juntos en una estrategia creativa, lo fácil sería construir algo que cumpla con todo lo que esperas.
Pero lo fácil rara vez es lo correcto.
Si seguimos solo lo que parece seguro, terminaremos con una versión diluida de lo que pudo haber sido una gran idea. No es el objetivo.
Las ideas más poderosas no se validan con la aprobación inmediata, sino con la reacción que provocan.
No se trata de lo que te gusta, sino de lo que funciona
Es normal querer sentir control sobre cada parte de una estrategia. Pero cuando el feedback se da demasiado pronto o se enfoca solo en ajustar detalles sin ver el panorama completo, las ideas pierden fuerza.
Por eso, en cada proyecto trabajamos desde una lógica distinta:
- Primero, creamos una idea con sustancia. Algo que tenga el potencial de destacar.
- Después, la medimos desde su impacto, no desde la familiaridad. Lo innovador puede incomodar al principio, pero ahí es donde está el crecimiento.
- Por último, afinamos. Pero sin perder lo que la hace única.
Las ideas no se validan con “me gusta”, sino con impacto real.
El mejor feedback no busca cambios, busca tensión
Si algo que te presento te desafía, ahí es donde vale la pena profundizar.
Si una idea te genera preguntas en lugar de respuestas inmediatas, significa que hay algo poderoso en ella.
Porque una buena idea no es aquella que simplemente sigue instrucciones. Es la que logra conectar con la audiencia de una forma que nadie esperaba.
No creamos para que te guste. Creemos para que funcione.
De la comodidad al impacto
Cuando recibas una propuesta, la pregunta no es “¿me gusta?”, sino:
“¿Estoy dispuesto a hacer algo diferente para obtener un resultado distinto?”
Las grandes marcas no nacen de decisiones cómodas.
Nacen de ideas que incomodaron en el momento justo.
Cuando trabajemos juntos, no esperes que cumpla al pie de la letra cada ajuste.
Es mi trabajo asegurarme de que el resultado no pase desapercibido.
¿Listo para que tu marca haga ruido?